Al comenzar el tema de los plástico es normal referirnos a todos
aquellos elementos en los que la introducción de este material ha sido
crucial para nuestro modo actual de vida. Es usual, mandar al alumno
que haga una lista con todos aquellos objetos de nuestra vida
cotidiana están realizados de plástico. Son tantos y tan variados
que podemos perder de vista la crucial importancia que este material
tiene.
Pero curiosamente
estaba leyendo una novela sobre África, y después de leer múltiples
capítulos donde las penurias más diversas se relataban en una cadena interminable, apareció
el plástico. Para no desvituar nada, paso a copiar íntegramente la
página completa, espero que al lector esto le haga reflexionar. Para
saber más sobre los plásticos podéis consultar esta otra entrada
del blog
Y en la casa, al
niño le corresponde el papel mas importante: es el responsable del
abastecimiento del agua. Cuando todo el mundo duerme todavía, los
chicos pequeños se levantan de un salto en medio de la oscuridad y
corren hacias las fuentes, estanques y los ríos en busca de agua. La
tecnología moderna ha resultado un gran aliado de estos críos, pues
les ha regalado el bidón de plástico, ligero y barato. Hace una
veintena de años, dicho bidón revolucionó la vida africana. En el
trópico, el agua es la condición de supervivencia. Puesto que la
canalización no es muy corriente por aquí y el agua no abunda en
ninguna parte, a menudo hay que transportarla a grandes distancias, a
veces a más de quince kilómetros. Durante siglos enteros habían
servido para este fin pesadas vasijas de piedra o barro. La cultura
africana no conoce el transporte rodado, la gente lo lleva todo ella
misma, preferentemente sobre la cabeza. Las vasijas las cargaban las
mujeres, de acuerdo con el tradicional reparto del trabajo en el
hogar. Además, un niño ni siquiera hubiera podido levantar una
vasija como aquellas, y en este mundo pobre, en una casa casi nunca
había más que un solo recipiente.
Y he aquí que
apareció el bidón de plástico. ¡Un milagro! ¡Una revolución! En
primer lugar, es relativamente barato (aunque en algunas casas sea el
único objeto de valor): cuesta unos dos dólares. Pero lo más
importante es que ¡es ligero! Como también lo es el que se fabrique
en varios tamaños, de modo que incluso un niño muy pequeño puede
transportar unos litros de agua.
¡Todos los niños
la acarrean! Ahora mismo vemos a un tropel de alborotada chiquillería
que, jugando y dándose empujones, se dirige a una fuente lejana en
busca de agua. ¡Qué enorme alivio para la mujer africana, agotada
hasta el límite de sus fuerzas! ¡Qué cambio tan grande en su vida!
¡Cuánto tiempo ha ganado ahora para ella misma y para la casa!
Pero eso no es todo.
El bidón de plástico tiene un número de virtudes ilimitado. Una de
las más importantes radica en que sustituye a la persona en la cola.
Había que hacerla (allí donde el agua se trae con cisternas)
durante días enteros. Estar a la intemperie bajo el sol del trópico
es una tortura. Antes no se podía dejar la vasija e irse a la
sombra, porque la podían robar, y era demasiado cara. Ahora, en
cambio, en lugar de personas se forman colas de bidones de plástico,
mientras sus dueños se refugian del sol o se van al mercado o a
hacer alguna visita. Al viajar por África, se ven muchas de esas
kilométricas y multicolores filas de bidones esperando a que
aparezca el agua
Ryszard
Kapuscinski (Ébano)
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